Radón en espacios de trabajo: Evaluación, control y EPIs en la prevención de riesgos invisibles

En el ámbito de la prevención de riesgos laborales (PRL), existen amenazas invisibles que, por su naturaleza silenciosa, resultan particularmente peligrosas. El radón es una de ellas...
Categoría: Noticias
06/10/2025

En el ámbito de la prevención de riesgos laborales (PRL), existen amenazas invisibles que, por su naturaleza silenciosa, resultan particularmente peligrosas. El radón es una de ellas. Este gas radioactivo, incoloro, inodoro e insípido, se infiltra en los espacios de trabajo desde el subsuelo y puede alcanzar concentraciones nocivas sin que los trabajadores lo perciban. Su exposición prolongada está relacionada directamente con un aumento significativo del riesgo de padecer cáncer de pulmón, lo que lo convierte en un agente de riesgo prioritario en múltiples sectores laborales, especialmente aquellos ubicados en zonas geográficas con alto potencial de radón.

España no es ajena a esta problemática. Los lugares de trabajo en zonas como Galicia, Castilla y León, Madrid o Extremadura, según el Mapa del potencial de radón en España del CSN (Consejo de Seguridad Nuclear), superan los 300 Bq/m³, el umbral de referencia establecido por la normativa europea y nacional. Esta situación, sumada a la antigüedad de muchos edificios, su deficiente ventilación y la falta de conciencia sobre este riesgo, ha motivado la aprobación de planes nacionales y la adaptación de normativas para proteger a las personas trabajadoras.

En este contexto, en PrevenZiona, como especialistas en protección laboral consideramos imprescindible no solo medir y controlar las concentraciones de radón, sino también establecer buenas prácticas preventivas, aplicar soluciones constructivas, utilizar equipos de protección individual (EPIs) adecuados en ciertos escenarios y, sobre todo, fomentar una cultura preventiva que contemple los riesgos invisibles con la misma seriedad que los tangibles.

¿Qué es y cómo se produce la exposición al radón? Problemas de salud que acarrea su exposición

El radón es un gas radioactivo natural que se genera en la cadena de desintegración del uranio presente en rocas y suelos y tiende a concentrarse en espacios cerrados como minas o edificios. Su principal isótopo, el radón-222, es incoloro, inodoro e insípido, lo que dificulta su detección sin instrumental especializado. Tiene una vida media de 3,8 días y se infiltra fácilmente en espacios interiores a través de grietas en cimientos, uniones constructivas, sistemas de saneamiento y otros puntos de entrada, acumulándose especialmente en lugares cerrados y mal ventilados.

España no es ajena a esta problemática. Según el Mapa del Potencial de Radón en España elaborado por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), existen zonas geográficas como Galicia, Castilla y León, Extremadura o Castilla-La Mancha donde los niveles de radón en el terreno superan los 300 Bq/m³, el umbral de referencia establecido tanto por la normativa europea como nacional. En estos territorios, muchos edificios presentan condiciones estructurales antiguas y sistemas de ventilación ineficientes, lo que favorece la acumulación del gas. Esta situación, unida al desconocimiento generalizado sobre este riesgo, ha llevado a la aprobación de planes nacionales específicos y a la incorporación del radón en la normativa de prevención de riesgos laborales para proteger adecuadamente a las personas trabajadoras.

Aunque el radón en sí mismo es exhalado fácilmente por el organismo, sus productos de desintegración (como el polonio-218 y el polonio-214) se adhieren a partículas en suspensión y, una vez inhaladas, bombardean los tejidos pulmonares con radiación alfa de alta energía.

Estudios que relacionan radón y cáncer se realizaron en grupos de mineros expuestos a altas concentraciones del gas y demostraron un exceso de mortalidad por cáncer de pulmón, especialmente entre trabajadores con largos periodos de exposición. Otros estudios en la población general también confirmaron la asociación entre niveles bajos a moderados de radón en interiores (viviendas y lugares de trabajo) y un mayor riesgo de cáncer pulmonar.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera al radón como la segunda causa de cáncer de pulmón después del tabaco, y la primera entre no fumadores. Además, existe una interacción sinérgica: Los fumadores expuestos a radón tienen un riesgo mucho mayor que los no fumadores, debido a la acción combinada de la radiación alfa y los carcinógenos del tabaco.

En cuanto a otras enfermedades asociadas, la evidencia disponible no ha sido suficiente para confirmar una relación casual directa entre el radón y patologías respiratorias o ciertos tipos de cáncer diferentes al pulmonar. No obstante, se continúan desarrollando investigaciones al respecto.

Respecto a la carga global de enfermedad, los estudios internacionales por la OMS estiman que entre el 3% y el 14% de los casos de cáncer de pulmón a nivel mundial podrían atribuirse a la exposición a radón en interiores, dependiendo de la concentración ambiental y de factores como la prevalencia del tabaquismo o las características constructivas de los edificios.

En el caso de España, el Ministerio de Sanidad cifra hasta un 7% las muertes por cáncer de pulmón en regiones donde el potencial de radón en el terreno es alto. A nivel nacional, se estima que alrededor del 3,8% de los fallecimientos por este tipo de cáncer están directamente relacionados con la exposición al radón residencial por encima de 100 Bq/m³.

 

Evaluación de la concentración de radón en lugares de trabajo

La evaluación de radón en los lugares de trabajo constituye el primer paso esencial para controlar su exposición y proteger la salud de las personas trabajadoras. En España, esta obligación viene regulada por el Real Decreto 1029/2022, del 20 de diciembre, por el que se establecen las normas de protección contra las radiaciones ionizantes, transponiendo parcialmente la Directiva 2013/59/Euratom.

Este reglamento establece que deben realizarse mediciones en los siguientes entornos laborales:

  • Lugares de trabajo subterráneos (minas, túneles, galerías, bodegas, sótanos, etc.).
  • Puestos en contacto con aguas subterráneas, como en estaciones de bombeo o balnearios.
  • Espacios situados en plantas bajas o bajo rasante dentro de las denominadas zonas de actuación prioritaria por radón, definidas por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) en función del potencial geológico del terreno.

 

La medición debe realizarse mediante detectores pasivos (como los de trazas nucleares en sólidos) durante al menos tres meses (preferiblemente en la época de calefacción) para obtener un valor anualizado representativo. Las mediciones deben ser realizadas por laboratorios acreditados y certificados que cumplan los requisitos del artículo 77 del reglamento.

Según el artículo 76 del RD 1029/2022, si las concentraciones superan el nivel de referencia de 300 Bq/m³, el titular de la actividad deberá adoptar medidas técnicas y organizativas correctoras. Si, tras su aplicación, los niveles no pueden reducirse por debajo del umbral, deberá realizarse una estimación de la dosis efectiva recibida por los trabajadores.

Cuando la dosis supera los 6 milisieverts anuales (6 mSv/año), los trabajadores afectados deben ser clasificados como trabajadores expuestos a radiaciones ionizantes y, en consecuencia:

  • Estar sujetos a vigilancias dosimétrica mediante dispositivos individuales.
  • Recibir una vigilancia médica específica de acuerdo con el artículo 82.
  • Ser incluidos en un registro y seguimiento especial conforme a la normativa de protección radiológica.

Además, el artículo 78 obliga a remitir los resultados de la evaluación al CSN, especialmente cuando se excedan los límites de referencia.

 

Medidas preventivas para reducir la exposición al radón

La reducción efectiva del riesgo por radón en entornos laborales requiere una combinación de soluciones técnicas, de diseño y de gestión. Estas medidas deben estar integradas en el plan de prevención de riesgos laborales de las empresas y ser proporcionales al nivel de concentración detectado en cada espacio.

Medidas técnicas (control del foco y del medio)

  • Instalación de barreras de protección: Incorporar láminas impermeables al radón bajo la solera o en elementos estructurales enterrados impide que el gas ascienda desde el terreno hasta el interior del edificio.
  • Ventilación mecánica controlada: Implementar sistemas mecánicos de renovación del aire interior para extraer el radón acumulado.
  • Sistemas de despresurización del subsuelo: Instalación de tubos y ventiladores que crean una presión inferior bajo la estructura, desviando así el flujo del radón hacia el exterior.
  • Sellado de grietas: Tapar fisuras en suelos, paredes y conducciones, para evitar la entrada del gas.
  • Ubicación adecuada de detectores: Las mediciones deben realizarse al menos durante tres meses con detectores pasivos, colocados en puntos representativos del espacio de trabajo. En lugares subterráneos o de mayor riesgo, se puede optar por medición continua o anual.

Medidas organizativas y de gestión

  • Control periódico de niveles de radón: Todas las empresas que operan en zonas de actuación prioritaria deben realizar mediciones periódicas, especialmente si las instalaciones están situadas en plantas bajas o sótanos. En caso de superar los 300 Bq/m³, se deben aplicar medidas correctoras y repetir la medición para verificar su eficacia.
  • Obligaciones legales de notificación: Si se detectan niveles por encima del umbral de referencia, la empresa debe:
    • Notificar la situación a la autoridad competente en un plazo de hasta 12 meses.
    • Si la concentración supera los 1000 Bq/m³, el plazo se reduce a un mes.
    • Comunicar los resultados al Consejo de Seguridad Nuclear (CSN).
    • Informar debidamente a los trabajadores expuestos, tal como exige el Real Decreto 1029/2022.
  • Planificación de soluciones técnicas: En instalaciones donde persisten niveles elevados, debe elaborarse un plan técnico de mitigación adaptado al diseño del edificio y a la actividad desarrollada. Este plan debe ser ejecutado por personal cualificado o unidades técnicas autorizadas.
  • Formación del personal: Es esencial proporcionar a los trabajadores información clara sobre los riesgos del radón, las medidas implementadas, cómo interpretar los resultados de las mediciones y su derecho a vigilancia sanitaria específica en caso de exposición significativa.

Estas acciones deben integrarse en el plan de prevención de la empresa y contar con la participación del servicio de prevención de riesgos laborales, tanto en su evaluación como en su implementación y seguimiento.

 

EPIs en la prevención de riesgos invisibles como el radón

Aunque la prioridad en la prevención frente al radón debe centrarse en medidas colectivas como el aislamiento del foco y la ventilación adecuada, hay situaciones específicas en las que el uso de equipos de protección individual (EPIs) es imprescindible. Esto ocurre especialmente durante trabajos de corta duración en zonas con concentraciones elevadas de radón, tareas de mantenimiento, inspecciones técnicas o mientras se ejecutan obras de mitigación en espacios confinados.

En este contexto, es fundamental emplear equipos específicamente diseñados para proteger frente a los productos de desintegración del radón, que son las partículas sólidas responsables del daño pulmonar.

Entre los EPIs más eficaces destacan:

    • Mascarillas autofiltrantes con filtro P3

Protegen frente a partículas sólidas radiactivas (productos de desintegración del radón). Se recomienda que sean de tipo FFP3 o incorporen filtros combinados ABEK-P3 en entornos con presencia simultánea de gases y vapores.

    • Equipos de presión positiva con suministro de aire (PAPR)

Especialmente indicados en trabajos prolongados o en espacios cerrados donde el esfuerzo respiratorio con mascarillas convencionales puede resultar inadecuado. Estos equipos motorizados proporcionan protección continua y comodidad.

    • Dosímetros personales

Si bien no son un EPI como tal, su uso es esencial para registrar la dosis acumulada de radiación recibida. Su uso es obligatorio cuando se supera el nivel de exposición que requiere clasificación del trabajador como “expuesto”.

    • Ropa de trabajo de protección limitada

Aunque el radón es un gas, sus productos de desintegración pueden depositarse en tejidos. Se recomienda el uso de ropa específica lavable por separado o desechable, sobre todo en intervenciones de alta exposición.

    • Guantes y gafas de protección

Recomendables si se manipulan materiales contaminados o se trabaja en ambientes con acumulación de polvo.

La selección de estos equipos debe adaptarse al nivel de exposición, la duración de la tarea y las condiciones del entorno. Para ello, contar con asesoramiento técnico especializado es clave para garantizar la seguridad y el cumplimiento normativo.

En este sentido, en PrevenZiona, como especialistas en protección laboral, ofrecemos soluciones integrales para la protección frente al radón y otros riesgos invisibles. Además del suministro de EPIs certificados (como mascarillas FFP3, sistemas PAPR, vestuario especializado o elementos de protección ocular), proporcionamos servicios de asesoramiento personalizado a cualquier actividad, protección total y formación en el uso y mantenimiento de los EPIs certificados. El acompañamiento técnico facilita la integración de estos elementos en el plan de prevención de riesgos laborales, asegurando tanto la protección del trabajador como el cumplimiento de las obligaciones legales en materia de radiaciones ionizantes.

El radón es un enemigo silencioso que puede estar presente en muchos entornos laborales sin levantar sospechas. Su detección exige una acción proactiva por parte de las empresas, los servicios de prevención y las administraciones públicas. La normativa ya ha dado pasos importantes para incluir su control dentro del marco legal de PRL, pero aún queda trabajo por hacer, especialmente en materia de concienciación, formación y vigilancia sanitaria específica.

Evaluar, controlar y prevenir la exposición al radón no solo es una cuestión legal, sino una responsabilidad ética para garantizar entornos laborales seguros y saludables. Al tratarse de un riesgo invisible, pero con consecuencias tangibles, el enfoque preventivo debe basarse en el principio de precaución, complementado con soluciones técnicas, buenas prácticas constructivas y, en algunos casos, el uso adecuado de EPIs.

Invertir en prevención frente al radón no solo salva vidas: También evita enfermedades graves, reduce costes sanitarios, protege la productividad y refuerza el compromiso social de las organizaciones. Porque en seguridad laboral, lo que no se ve también importa, y mucho.

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